La incompatibilidad entre centralismo y centrismo
La relación
entre ideología y centralismo en España
viene de muchos años atrás. Ya en la Primera
República se vio como una parte de la izquierda estaba a favor de un Estado
descentralizado (los republicanos de Pi
i Margall), mientras que en la derecha no había ningún tipo de división en
este tema. Fue en la Segunda República
cuando la preferencia por un modelo territorial concreto era un elemento
diferenciador entre derecha e izquierda. La derecha era favorable al
centralismo, mientras que la izquierda defendía el modelo territorial
descentralizado que había plasmado en la Constitución de 1931. Esta diferencia también
se vio en la transición y en los últimos años se ha agudizado (ver
aquí). Esto implica dificultades a los partidos a la hora de querer
posicionarse en el eje ideológico, ya que parece incompatible estar a favor del
centralismo y ser de izquierdas o viceversa.
En
un artículo anterior, donde indicaba los principales problemas que han
tenido los partidos de centro en España,
resaltaba la ubicación de Ciudadanos
en el eje territorial. Siguiendo el hilo de la profesora de Ciencias Políticas,
Ana Sofía Cardenal, en un artículo
en El Correo refiriéndose a UPyD
y Ciudadanos, explicaba que “defendieron posiciones tan cerradas
territorialmente que fueron percibidos por los electores como partidos de
derechas”. Es decir, como se tiene la percepción de que los partidos contrarios
a una mayor descentralización se les ubica en la derecha, si un partido
centrista tiene esa posición, al final tiene más posibilidades de ser absorbido
por la derecha. Un ejemplo se puede ver en la posición ideológica media donde
ubicaban los votantes a Ciudadanos a
partir de las elecciones catalanas de 2017, donde endureció su discurso contra
el nacionalismo, especialmente después de la moción de censura de Pedro Sánchez (junio 2018):
Esto quiere
decir que un partido de centro en España
no puede tener como una de sus principales banderas la lucha contra los
nacionalismos periféricos. Esta bandera implica polarizar el debate territorial
y tener un discurso radical sobre este tema ¿Qué sucede si Ciudadanos se centraba solo en el ámbito territorial y hacía un
discurso radical contra los nacionalismos periféricos? Que la gente lo ubicaba en
la derecha y finalmente es absorbido por los partidos que se ubican en este
espacio. Esto es lo que ha pasado en todas las elecciones desde las generales
de noviembre de 2019.
Ahora bien, Ciudadanos tenía un dilema, ya que
nació en Cataluña precisamente para
terminar con las políticas nacionalistas que habían implantado tanto CiU y PSC desde la Generalitat. Es decir, el motivo principal de su
nacimiento fue su contraposición al nacionalismo catalán y, como indica Alan Ware en su libro Partidos
Políticos y Sistemas de partidos (1996) “Los aspectos propios de la ideología que adoptara un partido en el
momento de su fundación, tienden a mantenerse, incluso cuando las condiciones
cambian, y es la propia historia de los partidos las que determina cómo se
adapta, suponiendo que sea capaz de hacerlo”. Por lo tanto, cambiar la
esencia que tuvo el partido a la hora de nacer era bastante complicado.
Un partido de
centro en España no se va a
consolidar si su principal bandera es su lucha contra los nacionalismos
periféricos. Esto implica un discurso radical y polarizador que es totalmente
contrario a la esencia que ha de tener un partido de centro: la moderación. En España hay una relación muy fuerte
entre ideología y preferencia por el modelo territorial y ya hemos visto como
cuando Ciudadanos radicalizó su
discurso contra los nacionalismos periféricos (no cambió nada más de su
programa) los votantes lo ubicaban cada vez más a la derecha, lo que a la larga
provocó una absorción de sus votantes por parte de PP y VOX.
La principal
bandera que ha de tener un partido de centro ha de ser su moderación y su
capacidad de pactar a izquierda y derecha para evitar que los extremos influyan
en la gobernabilidad del país, al mismo tiempo que reduce la polarización. La
lucha contra los nacionalismos periféricos no puede ser la bandera principal de
un partido de centro porque hace que los votantes lo sitúen más a la derecha,
además de que implica una polarización en el eje territorial que solo ayuda a
los extremos, que ya de por sí tienen un discurso radical.
Con todo esto no
me refiero a que Ciudadanos hiciera
mal en algunas de sus políticas que ha defendido desde sus inicios, como la
presencia del castellano en las escuelas de Cataluña, pero si que el discurso ante los nacionalismos
periféricos tenía que dejar de ser el argumento principal del partido, ya que
en España es incompatible ser un
partido de centro y polarizar el debate territorial. No se pueden levantar al
mismo tiempo las banderas de la moderación y la de la lucha contra los
nacionalismos periféricos. Es una lección que nos deja Ciudadanos para
el futuro: la esencia de un partido de centro no puede estar basada en el
conflicto territorial.
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