El voto del centrista
¿Cuántas
veces hemos escuchado que las elecciones se ganan en el centro? Desde 1977 hasta
2011, el partido que había conseguido más votantes en el centro ideológico había
ganado las elecciones. Sin embargo, a partir del cambio de sistema de partidos
en 2015, esa afirmación ya no es tan cierta. Como veremos más adelante, ganar
en el centro ya no te garantiza ganar elecciones, ya que el sistema ahora no es
bipartidista y no necesitas ganar entre los moderados porque los pactos
posteriores te pueden permitir gobernar (como hizo el PSOE en 2023).
Cuando
me refiero a votantes de centro, me refiero a los ciudadanos que se ubican en
el ‘5’ de la escala ideológica (siendo ‘1’ izquierda y ‘10’ derecha), ya que
tradicionalmente han sido los que más veces han cambiado su voto y los que han
hecho ganar, a veces al PSOE, a
veces al PP. La competición
bipartidista con partidos minoritarios daba al votante de centro un papel
importante a la hora de decidir el ganador de las elecciones, si bien con la
aparición de Podemos, Ciudadanos y Vox,
la competición se ha vuelto pluripartidista y esto, como decía, puede hacer
posible que el partido que gane más votos en el centro no gane las elecciones. Sin
embargo, los votantes centristas siguen siendo muy numerosos y representan
aproximadamente un 20% del electorado. En este artículo veremos a qué partidos
han apoyado los electores centristas desde 2015 hasta 2023. Es decir, cómo se
ha comportado este electorado ante el cambio que hubo en 2015 y su evolución
posterior.
El
centrista es el votante que tiene más probabilidades de cambiar su voto.
Colocarse en el centro a veces significa huir de la confrontación política
entre izquierda y derecha, con lo que la ideología tiende a ser un factor menos
significativo a la hora de votar por un partido. Un estudio de Astudillo y
Rodón (2013) demostraba que para los centristas, la gestión de gobierno o
la valoración del candidato tenía más influencia que la distancia ideológica
respecto PP-PSOE, hecho que no
sucedía con los votantes no centristas, donde la distancia ideológica siempre
tenía una mayor influencia a la hora de votar PP o PSOE. Hay que tener
en cuenta este hecho porque normalmente se da por descontado que los ciudadanos
votan al partido más cercano ideológicamente, cosa que es cierta entre votantes
no centristas, pero no siempre es así entre los votantes de centro. Dicho esto,
me basaré en las encuestas postelectorales del CIS para saber a qué partido han
votado los centristas desde 2015 (los resultados no suman 100% porque no se han
tenido en cuenta los “NS/NC” y el voto a partido más minoritarios).
Solo en las elecciones generales de
abril de 2019 y su repetición en noviembre confirman la teoría “quien gana el
centro, gana las elecciones”. En 2015 y 2016, donde el PP es el partido
ganador, es la tercera opción favorita de los centristas, mientras que en 2023
la teoría se cumple a medias. Es verdad que el PP fue el partido ganador
de las elecciones pero no tuvo mayoría suficiente para gobernar, de manera que
ahora se necesita algo más que no solo ganar en el centro, ya que cuando la
teoría se refiere a ganar las elecciones, se refiere a gobernar. Por lo tanto,
vemos que la teoría, si bien está perdiendo algo de valor, todavía puede ser
válida, ya que la actual competición partidista es bipolar con cuatro partidos
(dos en cada bloque), de manera que con esta competición es más probable que PP
o PSOE puedan gobernar si son el partido que consigue más apoyos en el
centro ideológico.
En el gráfico de arriba podemos ver
como el electorado de centro estuvo muy dividido en las elecciones de 2015. Ciudadanos
es el que tiene más éxito entre este electorado pero no hay mucha
diferencia entre ellos y el resto de partidos. De hecho, hasta Podemos
casi obtiene el mismo apoyo que el PP entre los centristas, ya que Podemos
dio más importancia a su mensaje transversal pueblo vs casta que a su
eje ideológico, hecho que no sucedió en la repetición electoral de 2016 porque
se unió a IU para lograr el sorpasso al PSOE ¿Cuál fue la
consecuencia? Perder la transversalidad de su mensaje y perder apoyos en el
centro. Vemos también como Ciudadanos perdió apoyos en el centro en la
repetición electoral, mientras que PP y PSOE mantuvieron el mismo
apoyo. Esto quiere decir que los partidos nuevos sufrieron las consecuencias de
la repetición por parte de los electores centristas, unos electores más
abstencionistas que los votantes clásicos de centro que votaban PP y PSOE.
En las generales de 2019 vemos
claramente como los centristas apoyan a los partidos ‘centrales’ del sistema: PSOE
y Ciudadanos. Esto indica el deseo de pacto que había en los centristas
entre estos dos partidos, pero el hecho de que Ciudadanos se negara a
pactar con el PSOE le costó uno de los mayores descalabros electorales
que ha habido en democracia. Vemos en el gráfico como en abril de 2019 Ciudadanos
conseguía el apoyo del 21,9% de los centristas, mientras que en la
repetición electoral ese apoyo bajó a más de la mitad: el 10,5%, mientras el PSOE
mantuvo un nivel de apoyo similar y PP y Vox conseguía algún
votante centrista de Ciudadanos (los demás se fueron a la abstención).
Por la parte de Podemos, vemos como ya había perdido la transversalidad
que tuvo en 2015 y prácticamente no tuvo apoyos en el centro.
Y llegamos a 2023, unas elecciones
donde Ciudadanos, que en teoría es el partido que se quería situar en el
centro, ya no se presenta y la competición partidista se vuelve en una
competición entre bloques izquierda-derecha ¿A qué partido votarán los
centristas que, en principio, no se ubican en ninguno de los dos bloques? Los
datos muestran que volveríamos a la clásica división de los votantes centristas
entre PP y PSOE donde dependiendo del contexto, ganaría uno u
otro. Esto también puede implicar una mayor abstención entre estos votantes, de
hecho la de 2023 es la más alta de las elecciones “no repetidas”.
“Quien gana el centro, gana las
elecciones”. Esta afirmación es rotundamente cierta en todas las elecciones que
ha habido en España desde 2011, pero no siempre esta teoría es válida. Esta
teoría es más válida en un sistema bipartidista que en uno multipartidista, ya
que, como bien explicó Downs (1957), si solo hay dos partidos, éstos
tenderán a acercarse al centro porque a los votantes de su ideología ya los
tiene convencidos, de manera que la competición es centrípeta y quien gane el
centro, gana las elecciones. Ahora bien, en un sistema multipartidista, esta
teoría dejaría de ser válida (como vemos en las elecciones de 2015 y 2016), si
bien en 2023 vuelve a ganar el partido que tiene más apoyos en el centro (aunque
no puede gobernar) con una competencia bipolar entre bloques. Esto sugiere que
la teoría es válida (o no) según el número de partidos, su tamaño y la
competencia entre éstos. A parte de la validez de la teoría, hay algo que se
mantiene intacto en todas las elecciones: la división del voto del electorado
centrista. En ninguna de las elecciones podemos decir que haya un partido
mayoritario en ese espacio ideológico (y eso a pesar de que Ciudadanos
quiso ocupar ese espacio). Esta división se debe a que el centrista nunca ha
sentido a un partido como “el suyo”, ningún partido que ha querido representar
ese espacio ha tenido continuidad (UCD, CDS, UPyD, Cs)
y esto ha provocado que el centrista nunca haya sido fiel a un partido en
concreto. Por lo tanto, esta división se seguirá manteniendo hasta que no haya
un partido que ocupe ese espacio ideológico y tenga continuidad en el tiempo.
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