La Unión Liberal y el problema del centro político hace 150 años
Era el año 1855, un año antes había tenido éxito la revolución de 1854 (la Vicalvarada), encabezada por los generales Espartero y O’Donnell, que había desalojado del poder a los moderados después de una década en el poder. En la legislatura del bienio progresista (1854-1856) se formó un grupo en el Congreso que se llamó Centro Parlamentario, embrión de la Unión Liberal, partido que ganó las elecciones en 1858 y que formó un gobierno que estuvo en el poder casi 5 años seguidos. El gobierno más duradero durante el reinado de Isabel II. La Unión Liberal se constituyó con la idea de ser un partido medio entre los moderados y los progresistas. Es decir, ocupar el centro político. Fue la primera experiencia de un partido de centro en España, y como veremos, uno de los problemas que tuvo este partido, su indefinición, es un problema que siguen teniendo los partidos de centro 150 años después (ver aquí).
Cuando se fundaron los primeros partidos liberales
en España (1836-1837), éstos se
dividían en moderados (a la derecha) y progresistas (a la izquierda). Desde el
primer momento, ya había grupos dentro de estos partidos que abogaban por la
transacción entre ambos y crear un nuevo partido. El grupo que mejor
representaba esa opción era el llamado grupo “puritano” del Partido Moderado. La tendencia puritana
era el ala izquierda del Partido
Moderado y la más liberal. Los orígenes de esta tendencia los encontramos
en el grupo “monárquico-constitucional” del mismo Partido Moderado, que en los años 1837-1840 aceptó la Constitución
de 1837 y la alternancia en el poder para estabilizar el régimen. Esa
Constitución para ellos representaba la aceptable transacción entre los
principios moderados y progresistas, el marco para la convivencia política para
la mayoría de los españoles. Se opusieron a la nueva Constitución de 1845
ideada por su propio partido y pasarían a promover la revolución de 1854 y el
proyecto centrista de Unión Liberal.
Su máximo exponente fue Joaquín
Francisco Pacheco. Lo formaban, entre otros, Pastor Díaz, Istúriz, Borrego, Cánovas del Castillo, los generales
Concha, Serrano, Méndez de Vigo y Ros
de Olano. De hecho, el núcleo originario de la Unión Liberal fue configurándose durante el bienio progresista en
torno al grupo parlamentario que integraban los conservadores puritanos, los
progresistas templados, liderados por Manuel
Cortina y los jóvenes de orientación centrista que se incorporaban a la
vida política, como Alonso Martínez.
Un grupo diferenciado de los dos partidos históricos, con talante reformista[i].
Los puritanos deseaban terminar con el monopolio política
del moderantismo. Para contrarrestar la polarización de los partidos y la
sociedad, Andrés Borrego proponía la
acción colectiva de las capas superiores de las clases medias como única
solución posible a la disyuntiva de reacción o revolución. Para Borrego, un
partido político de las clases medias sería el representante de los principios
de orden y de libertad ajustada a las costumbres y necesidades morales de España[ii].
El pacto unionista descansaba en 4 elementos:
mantener la legislación económica del Bienio, básicamente la ley de
ferrocarriles, la desamortización y la Ley de bancos de emisión y sociedades de
crédito; ampliar los contratos públicos a otros sectores; y dotar al país de
nuevas infraestructuras a causa de los ingresos provenientes de la
desamortización. El proyecto económico debía ser ambicioso para integrar a los
más amplios sectores de las clases medias. Pero la Unión Liberal descansaba sobre una presunción: la destrucción de
los partidos históricos. Si ésta no se consumaba hasta sus últimas
consecuencias, el unionismo estaría siempre afectado por el peligro del
reagrupamiento, en sectores opuestos, de quienes en su día habían participado
en los pactos unionistas. Ya a principios de 1861 comenzaron a oírse las voces
de los progresistas resellados por el poco énfasis que el gobierno del general O’Donnell ponía en las reformas de
carácter político. Por ejemplo, la prometida ley de imprenta, que todavía
estaba vigente la de Nocedal en
1857.
La Unión
Liberal había promovido una nueva clase media, pero que la acababa dejando
fuera de juego con su candidez reformista en materia política: para los progresistas
resellados, el pacto consistía en atraerla a las esferas de la acción política
y no veían el día de consumar este propósito. Antonio Ríos Rosas, en abril de 1861, disintió del partido junto a
unos 40 diputados (resellados y del centro parlamentario), al ver que las
promesas políticas (ley de ayuntamientos y diputaciones, ley de imprenta, ley
electoral) no se cumplían. Considerando que, por necesidad, se trataba de un
grupo híbrido cuyo objetivo primario tenía que ser la obtención y retención del
poder, no resulta extraño que la transigencia, y no el dogmatismo, fuese el
atributo distintivo de la Unión Liberal.
Resulta difícil definirla en los términos más o menos precisos que pueden
aplicarse a moderados y progresistas. La Unión
Liberal trató de salvar a la Corona y una solución innovadora al problema
crucial del constitucionalismo liberal en jaque. Al mismo tiempo, se le acusaba
de oportunismo y de pragmatismo, sin una ideología clara. De hecho, el partido
tuvo un fuerte personalismo en O’Donnell,
que intentaba traer a hombres de otros partidos, pero sin garantizar una
lealtad ideológica[iii].
Cuando perdió el gobierno en 1863, ya nunca volvió a ser el partido de centro
de éxito que había sido durante su estancia en el poder. Después de la muerte
del general O’Donnell, la
Unión Liberal se unió a la revolución de 1868 y durante el sexenio
democrático (1868-1874) representó el ala derecha de la coalición entre
unionistas, progresistas y demócratas. Finalmente, el partido acabó
desapareciendo al principio de la Restauración monárquica donde la mayoría de
sus integrantes se unió al partido conservador de Cánovas y algunos al partido liberal de Sagasta.
Uno de los problemas que tuvo la Unión Liberal fue su indefinición. Se
basaba más en el pragmatismo y el personalismo del general O’Donnell que en una base ideológica concreta. Se enfrentó a uno de
los problemas que son naturales en un partido de centro. Este partido se creó
por unión del ala más a la izquierda del Partido
Moderado y del ala más a la derecha del Partido Progresista. 150 años después, la indefinición de los
partidos centristas sigue siendo uno de sus principales problemas, ya que le
sigue costando tener un contenido propio y que lo diferencie de la izquierda y
la derecha.
[i] Cánovas, F. (1982). El partido
Moderado. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
[ii] Durán, N. (1979). La Unión Liberal y
la modernización de la España isabelina: una convivencia frustrada: 1854-1868.
Madrid, Akal.
[iii]Martínez, F. Andreu (2001). Conservar
progresando: la Unión Liberal, 1856-1868. Valencia, Centro Francisco Tomás y Valiente UNED
Alzira-Valencia, Fundación Instituto de Historia Social.
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